jueves, 20 de marzo de 2008

El calzón


Salíamos del motel, ella hablaba y hablaba sin parar, yo pensaba donde sería el mejor lugar para dejarla, no tengo ni idea de lo que me decía, no me interesaba, y creo que a ella tampoco le interesaba mucho mi opinión sobre su monologo.

Habíamos hecho todas esas cosas que nos habíamos propuesto a través de los e-mails que intercambiamos en los días previos, no estuvo mal, pero para mi ya era suficiente, había llegado a la conclusión de que ya estaba bien y que no valía la pena involucrarse más.

Le propuse dejarla en la próxima esquina, creo que la interrumpí en lo que me estaba diciendo, hizo un silencio que duró un par de segundos y luego me contestó que estaba de acuerdo. No dudé en parar y acercarme para despedirme, por supuesto que no apagué el auto, ella quedó cortada, me pareció que no esperaba una despedida tan rápida, hizo una mueca que no pude entender, nos dimos un beso, y se bajó.

Recomencé la marcha, doblé en la siguiente calle, hice tres o cuatro cuadras y paré en un lugar tranquilo para dar un vistazo y asegurarme de algunas cosas. Saqué mi pañuelo, desenvolví mi argolla y me la puse, saqué de mi otro bolsillo la boleta del motel, la leí, luego la rompí y la tiré. Ya casi estaba todo listo para proseguir, pero se me dio por revisar en el compartimiento que hay al lado de la puerta del acompañante.

En ese momento fue la gran sorpresa !!!, allí estaba, muy delicadamente doblada, en el lugar en el cual no estaba previsto que yo viera. Allí estaba su calzón !!!!!!

Ahora si todo me cerraba, ahora si logré comprender esa mueca extraña, esa sonrisa irónica, ese silencio que no había entendido en su totalidad. No dudé ni un segundo, enseguida llegué a la conclusión, había dejado allí su calzón para provocarme problemas con mi mujer, era obvio, era muy probable que ella fuera la primera en ocupar ese lugar y por ende en descubrir esa prenda que me acusaría en forma contundente.

Un sudor frío corrió por mi frente, realmente me asuste solo de pensar en las consecuencias, pero pronto me di cuenta que la suerte estaba de mi lado, por lo tanto decidí tomar el calzón y tirarlo para afuera, esa era mi salvación, y por lo tanto volvió la tranquilidad, y la sonrisa irónica ahora era mía. Arranqué nuevamente el auto y volví triunfalmente para mi casa, había vencido a la maldad y a la mente retorcida de esa mujer.

Pero no es oro todo lo que reluce, hasta el día de hoy no le he podido explicar a mi mujer que fue lo que pasó con su calzón.

Christian Dodera.

jueves, 7 de febrero de 2008

UNA UÑA MACABRA


Un día Lunes de esos mas fomes que bailar con la hermana, comencé a sentir una molestia súper incómoda en el dedo gordo del pié izquierdo. No le puse mucha atención, ya que casi siempre me lesiono esas partes cuando me tomo unas copas de más y pateo los postes de los letreros señaléticos. A medida que la semana avanzaba, esa molestia ya no era una "simple molestia", si no que ahora se transformaba en un dolor intenso. Me revisé el dedo del pié y noté que estaba un poco hinchado pero no veía nada raro además de eso. Por el día jueves ya no me podía siquiera tocar el dedo, por que el dolor que sentía era como si me estuvieran metiendo una aguja caliente entremedio de la uña, recién ahí me percaté que era lo que menos había sospechado: "uña encarnada". En el trabajo no podía caminar bien, y para hacerla mejor, mis compañeros se enojaban y se burlaban de mí por que pensaban que era tongo para no trabajar, ya que en esos días estábamos haciendo trabajo arduo y pesado por alcanzar las "pmg" que son las metas del servicio. Bueno, con todo el dolor y apenas caminando, decidí hacer lo que nunca me gusta hacer y a lo que le tengo mucha repulsión: visitar al médico (en este caso al podólogo). Era un día sábado en la mañana, el doctor me hizo pasar y sentarme en la camilla desde donde saca todos sus impulsos y ansias de ver sangre, sí, por que cuando vió mi dedo morado y a punto de explotar, le noté una leve sonrisa, de esas que todos ponemos cuando alguien que nos cae mal o es nuestro enemigo se saca la cresta en la calle y se pega en el hocico.
Me hizo sacarme los calcetines y comenzó a tocar el dedo... Haaaaa!!! Cochesummm....!!! dije con los puños apretados a más no poder, mientras la Elena (mi polola) se cagaba de la risa a mi lado. El doc me dijo que tendría que poner anestesia, ya que tendría que habrir mucho por que la uña estaba encarnada por todo el costado izquierdo del dedo. Yo imaginé anestesia como algo que me quitaría el dolor, pero me muestra una geringa con una aguja del porte de el dedo meñique... ahí mi cara perdió todo su color (terror número 1: arañas, terror número 2: agujas), tratando de hacerme el valiente, pero en realidad era el webón más cobarde del planeta, le dije que procediera sin la anestesia. El primer estocón con una cosa metálica (que no sé qué es pero es para habrir los dedos y sacar las uñas) me hizo salir unas tiernas lágrimas, parecidas a las que salen de una virgen que está perdiendo su castidad. Así que el doc ya estaba en un éctasis indescriptible, pero le rogué que me pusiera la anestecia, para colmo el primer pinchazo no hizo mucho efecto, así que tuvo que poner otro. Raspó, habrió el dedo y sacó la uña con una especie de tijera, después limpió y dejó unas coberturas entre la habertura del dedo y la uña, como para que sicatrizara habierta y la uña no se volviera a encarnar. Por fín terminó todo el suplicio. El día lunes le mostré el dedo a mis compañeros, me saqué la cobertura y vieron el dedo habierto y con povidona, ja!! ahora los que se ponían pálidos eran ellos !!!
jaaa ja ja ja ja jaaa.....!!!

sábado, 2 de febrero de 2008

Maldita muela


Eran las seis de la mañana, creo que habré dormido unos 30 minutos en toda la noche el resto del tiempo estuve sufriendo por un maldito dolor de muelas, si, aunque no lo crean todavía en los inicios del siglo XXI hay personas que sufren ese tipo de cosas y es algo que espero nunca pasen. A pesar de haberme tomado un montón de analgésicos el dolor no cesaba era tormentoso. Además probé con un poco de wisky, creo que gracias a eso pude dormir la media hora y no porque me quitara el dolor sino por lo mucho que bebí.
Ya levantado llame al centro medico para una hora con el dentista, suerte había una hora disponible a las 11:00 de la mañana. Lo más fácil habría sido sacármela de urgencia, pero no quería perder un diente más, así que estaba dispuesto a gastar un poco más y que me la arreglaran, y ustedes saben cuanto cobran esos malditos.
Con un poco mas de animo y todavía mareado por el wisky partí, pero parece que esta maldita muela despertó de la borrachera y empezó a punzar como una condenada el dolor era terrible, partía en la muela se ramificaba en la mandíbula me tomaba el oído parte de la cabeza era insoportable. tome el metro que para variar iba repleto, me afirme del pasamanos y empecé a tratar de concentrarme para controlar el dolor, estaba en eso cuando un viejo me pega un estrellón para pasar por detrás de mi, me moví un poco para que el hombre pasara, el tipo me empuja y me dice que mi bolso le molesta, me irrite tanto que le respondí "mínimo pide permiso viejo hueon, ahora si te molesta andar apretado ándate en taxi" el viejo me respondió algo que no entendí por lo que lo mande a la cresta y le dije que no estaba para hueveo del el, en eso se mete una mina a reclamar que porque trataba así a ese pobre anciano, el cual podría ser mi padre y yo también llegaría a esa edad, le dije que se callara y que no se metiera, la cabeza me zumbaba solo quería llegar a la próxima estación y la mina seguía gritando que no tenia educación y abusaba de un pobre anciano. para rematarla un par de flaites empezaron a increparme e insultarme y la maldita muela seguía con su tortura era como que gozaba con lo que pasaba, le grite a la mina que acaso por que el hombre era viejo tenia e derecho de empujarme y ser prepotente y yo tenia que quedarme callado, pero la imbécil no entendía razones y seguía con sus gritos como para que los demás se hicieran participe del hecho, por un momento sentí que toda la gente vagón me miraba con desprecio mientras los flaites me ofrecían combos, pensé en golpearlos, total mas dolor del que ya tenia no iban a poder darme, y la muela seguía con su festín, opte por quedarme callado y mirar el suelo y seguir concentrándome en el dolor. Por fin llegue a la estación donde bajaba, la mina continuaba con sus insultos, mientras los flaites de acercaban al viejo para robarle algo supongo, raudamente baje del carro sin mirar atrás ni responder nada, asumí que esa batalla la había perdido.
Corrí mas rápido que forest Gump hacia la consulta, por suerte me hicieron pasar enseguida me senté y la dentista me pregunto que cual era la pieza que me dolía, la señale como quien señala al culpable de un asesinato, esa, esa es la maldita que me a torturado toda la noche. Me anestesiaron y por fin el dolor paso, empezó a perforarla y a romperla, ahora el que gozaba era yo, a veces la maldita dolía un poco como dando señales de que todavía vivía, pero ya no dolió mas, seguía allí donde siempre estuvo, pero ya no podría hacer de las suyas porque le habían extirpado su núcleo sádico y perverso y en su lugar pusieron una insípida pasta blanca.
Estamos listos respondió la doctora, se puede ir. Salí radiante, contento, ya no importaba el viejo, la mina ni los flaites, como dije fue una batalla que perdí, pero esta otra la gane yo, a esta maldita muela.