jueves, 7 de febrero de 2008

UNA UÑA MACABRA


Un día Lunes de esos mas fomes que bailar con la hermana, comencé a sentir una molestia súper incómoda en el dedo gordo del pié izquierdo. No le puse mucha atención, ya que casi siempre me lesiono esas partes cuando me tomo unas copas de más y pateo los postes de los letreros señaléticos. A medida que la semana avanzaba, esa molestia ya no era una "simple molestia", si no que ahora se transformaba en un dolor intenso. Me revisé el dedo del pié y noté que estaba un poco hinchado pero no veía nada raro además de eso. Por el día jueves ya no me podía siquiera tocar el dedo, por que el dolor que sentía era como si me estuvieran metiendo una aguja caliente entremedio de la uña, recién ahí me percaté que era lo que menos había sospechado: "uña encarnada". En el trabajo no podía caminar bien, y para hacerla mejor, mis compañeros se enojaban y se burlaban de mí por que pensaban que era tongo para no trabajar, ya que en esos días estábamos haciendo trabajo arduo y pesado por alcanzar las "pmg" que son las metas del servicio. Bueno, con todo el dolor y apenas caminando, decidí hacer lo que nunca me gusta hacer y a lo que le tengo mucha repulsión: visitar al médico (en este caso al podólogo). Era un día sábado en la mañana, el doctor me hizo pasar y sentarme en la camilla desde donde saca todos sus impulsos y ansias de ver sangre, sí, por que cuando vió mi dedo morado y a punto de explotar, le noté una leve sonrisa, de esas que todos ponemos cuando alguien que nos cae mal o es nuestro enemigo se saca la cresta en la calle y se pega en el hocico.
Me hizo sacarme los calcetines y comenzó a tocar el dedo... Haaaaa!!! Cochesummm....!!! dije con los puños apretados a más no poder, mientras la Elena (mi polola) se cagaba de la risa a mi lado. El doc me dijo que tendría que poner anestesia, ya que tendría que habrir mucho por que la uña estaba encarnada por todo el costado izquierdo del dedo. Yo imaginé anestesia como algo que me quitaría el dolor, pero me muestra una geringa con una aguja del porte de el dedo meñique... ahí mi cara perdió todo su color (terror número 1: arañas, terror número 2: agujas), tratando de hacerme el valiente, pero en realidad era el webón más cobarde del planeta, le dije que procediera sin la anestesia. El primer estocón con una cosa metálica (que no sé qué es pero es para habrir los dedos y sacar las uñas) me hizo salir unas tiernas lágrimas, parecidas a las que salen de una virgen que está perdiendo su castidad. Así que el doc ya estaba en un éctasis indescriptible, pero le rogué que me pusiera la anestecia, para colmo el primer pinchazo no hizo mucho efecto, así que tuvo que poner otro. Raspó, habrió el dedo y sacó la uña con una especie de tijera, después limpió y dejó unas coberturas entre la habertura del dedo y la uña, como para que sicatrizara habierta y la uña no se volviera a encarnar. Por fín terminó todo el suplicio. El día lunes le mostré el dedo a mis compañeros, me saqué la cobertura y vieron el dedo habierto y con povidona, ja!! ahora los que se ponían pálidos eran ellos !!!
jaaa ja ja ja ja jaaa.....!!!

1 comentario:

neoric dijo...

Uy como debe doler eso, harto asqueroso el pie.... bueno se agradece la historia.